29 enero 2009

De qué

Y así fue como entré a formar parte de aquella empresa. Todo lo dicho anteriormente es mentira o, cuanto menos, exageración.
Porque no es verdad que al subir al autobús y verlo casi completo, golpeara a aquella viejecita para poder subir yo en su lugar. Sólo traté de convencerla con palabras amables y discretos sobornos. Lo que pasa es que ella no atendía a razones.
Tampoco es exacto lo del guarda de seguridad de la cadena. Yo le pregunté por la cafetería y su arma se disparó. Y le dio en el centro de la espalda. Estas cosas pasan. Recuerde a Kennedy.
En cuanto al asunto de repartir caramelos envenenados entre los otros aspirantes, para quedar como única candidata, es exagerado. Porque la Dormidina no es un veneno. Lo que pasa es que atonta, sí, no es culpa mía, pero no es un veneno.
Es una exageración y también un acto harto injusto para con mi persona, que haya gente que afirme haberme visto amenazar con una navaja barbera al tipo de Recursos Humanos, el que murió. Lo que pasa es que a la gente le gusta hablar.
Y es mucho menos cierto que reventara intencionadamente a aquel pobre actor, el que metía tantas morcillas, el que discutía dos de cada tres frases. Lo que pasa es que, como todos los actores, iba por la vida sin mirar. Y si no miras donde pisas, puedes pisar una mina. Y si pisas una mina, pues eso.
Fue un desagradable espectáculo, lo reconozco. Lo reconozco porque queda bien reconocerlo, ya que puedo citar nombres y apellidos de individuos que estudiaron conmigo, que lo hubieran encontrado interesante.
Pero en cualquier caso, fue un espectáculo. ¿Y no buscamos todos espectáculo, Sr. Juez?
JUAN, EL GENETISTA

El ser humano no es superior. Porque no hay dos ovejas con la cara igual y su cerebro es capaz de distinguir hasta 50 rasgos faciales diferentes. Y nosotros, con los japoneses, sólo dos: tipo Jackie Chan y tipo Bruce Lee. Y son chinos.
Y hablando de arroz. Hace poco se descubrió que compartimos el 99% del genoma con la mosca del arroz. Esto no es malo. Nada que explique cosas puede ser malo. Y a más de uno le explicará cosas.
Todos tenemos un amigo genetista. Pero Juan es especial porque tiene un hermano siamés. Los siameses se llaman así porque los primeros siameses que nacieron pegados eran siameses, de Siam, país que ya no existe. Ahora es Tailandia. Pero no decimos “tengo un hermano tailandés” porque suena a hermano masajista, y si es hermana suena peor. Estos siameses, que eran básicamente dos Bruce Lees pegados, compartían el bazo. Conservemos este sentimiento cuando no nos haga gracia compartir el champú. Juan el genetista y su hermano tailandés comparten el estómago. Pero podía haber sido peor.
Podía haber nacido compartiendo el estómago con Michael Jackson. Eso sí que sería molesto. Pero podía haber sido peor. Podía salirte un hermano siamés que sea Michael Jackson pero no al nacer, sino ya de mayor. Eso, mínimo, hay que ir al de cabecera.
- Doctor, que me ha salido un siamés. Aquí, en la espalda, en la zona del tatuaje.
- Pues es Michael Jackson.
- Pues vaya.
- Sí que es mala suerte.
- ¿Y me ha salido de negro o de blanco?
- No, no, negro. Le haremos unos análisis pero yo diría que esto es de cuando Blame it on the boggie.
- ¡Hosti, en medio de la esvástica!
Y es que un siamés puede llegar a afectarte. Y no hay ni una campaña de sensibilización. Mucho “Respeta los espacios sin humo”, pero nada de “Si te sale Michael Jackson en la espalda, la Comunidad de Madrid está contigo”.
Juan el genetista se refugia en su trabajo de genetista.
Un genetista tiene que respetar una serie de leyes. “No clonarás”. “Honrarás a tu padre y a tu madre. Y a sus padres. Y a los padres de sus padres. Y a los padres, de los padres de sus padres.” “Células madre no hay más que una, y a ti te encontré en la muestra”. Y por supuesto las leyes de Mendel, las de la herencia, las de cruzar a los individuos de tal forma que haga mejorar la especie en cada generación. Por ejemplo, no veas el curro que lleva conseguir un George Cloony. O lo fácil que es hacer un George Bush. “BricoMendel. Haga en su casa su propio George Bush. Con el nº1 le damos el ADN de Michael Jackson, una oveja con cara de Bruce Lee y una mosca del arroz. Si no le sale George Bush a la primera generación le devolvemos su dinero y una disculpa.”
Que hay que llevar cuidado con esto de la especie. ¿Adónde van los genes cuando no miramos? Juan el genetista estudió a todos los españoles. Hizo un estudio que le ocupó dos millones de folios y descubrió quién debe cruzarse con quién en España. Una cosa así no podía quedarse en un cajón, porque no cabe. Así que se lo presentó al rey, porque en la familia real miran mucho estas cosas. El rey recibió a Juan. “Hola, tú debes ser Juan el genetista”. “Y tú lo has leído en mi chapa”. El rey no sonrió pero leyó el informe. Y ¿qué creéis que hizo? Nada. Enterró el documento. Enterró dos millones de folios. Siempre ha habido sospechas de que la familia real ocultaba algo a nivel genético. Pues es el informe de Juan el genetista.
Y para terminar, una reflexión: si Bruce Lee y el rey fueran siameses ¿qué órgano compartirían? ¿Cómo sabemos que no lo fueron? ¿Por qué todo nos lleva de nuevo a reafirmarnos en que el ser humano no es superior?